"Belleza"

jueves, 29 de abril de 2010

"VERANO"

Inmediatéz de nuevos anhelos, letanía de besos, ojos que no brillan,
Un corazón otro amor, extraña ternura agobia tu candor.
Ya no veo esos techos marginales, el horizonte se invade de peajes.
Caen gotas rotas, nuevos soles, embriagado por el dulce misterio que deviene inexorablemente.
Camino, fulgor en la palabra, liviana argucia, ciudad perdida sumergida en la comodidad.
Algunos crepúsculos son muy tristes, la prístina mueca de tus pechos, me hundió en la felicidad.
La pena se hizo olvido con el tiempo, efímeros dias tatuaron alegrias.
Otra espalda traerá delicias.
Zapo Aguilera. 2010.

martes, 6 de abril de 2010

EN MI ISLA HAY LUGAR (dedicado a Adrian Abonizio)

Pensar que ese cuento tuyo no era de humor. A mi me maravilló esa capacidad que tenias de presentar un personaje literario cuyo aspecto monstruoso y su conducta me generaban ternura y simpatía. Quizás porque me veía mas deforme que el protagonista de tu cuento y por la misma razón el chofer del ómnibus 218 a la una de la madrugada, algunas veces no se detenía ante mi presencia en la parada, ahora lo entiendo!
Nos conocimos en aquellas tardes de ensayos de tu grupo de rock frente a la plaza Buratovich, al principio miraba desde la ventana que daba a la calle, hasta que me pediste un favor, comprarte cigarrillos en el kiosco de la esquina de Mendoza y Caferata. Ese fue el comienzo de mi recorrido por el mundo de la música y de una gran amistad que construimos a fuerza de carácter y grandes diferencias. Andábamos por diferentes caminos, pero cuando nos cruzábamos era intenso. Nos fugámos algunas tardes en el Citroën 2CV de tu viejo, aunque el coche mostraba su descontento abriendo y batiendo sus puertas ante cada giro en las esquinas. Eras el tipo duro, el que se imponía, el que retaceaba su lado más vulnerable, ese que yo me empecinaba en invadir y que vos guardabas bajo siete llaves. Con el tiempo comprendí que no podía ser de otra manera, porque nacemos diferentes aunque la constitución pretenda que no y vos factiblemente lo sabías.
La frutera  de vidrio verde oscuro con la parte superior en forma de ondas, que descansaba sobre la mesa del comedor, te resultó irresistible, en particular su contenido que devoraste como un salvaje. Solo consiguío detener tu gula un travieso carozo, el que aquella tarde de verano nos dio un gran susto, hasta que tus dedos dentro de la garganta provocaron las arcadas que pusieron fin a esa horrida situación. La guitarra Faim de color negro modelo Les Paul, se negaba a reproducir tu virtuosismo cuando la desafiabas con algún solo rabioso en los ensayos. Tus canciones no pasaron inadvertidas, movilizaron hasta los más escépticos oyentes, como sucedió con aquella hermosa composición de tu autoría, que hizo famoso a ese otro intérprete, de cabello largo, rubio y más petitero que vos. Pero esta jugada del destino no hizo mella en tu actitud, despotricabas del éxito y de la fama, porque nunca fuiste un vendedor de humo, lo tuyo es simple, transparente, el que no lo ve es porque nació de un repollo.
El tiempo impuso olvido, críticas y distancia, pero la perspectiva de los años hizo pie en el afecto, en el respeto mutuo y reparó puentes de juventud. Ahora me veo tratando de copiar tu estilo literario, tu manera incisiva de observar las cosas de la vida y transformarla en poesía, un esfuerzo en vano.
Hiciste un vuelo rasante por la Capital, pero la patria chica tira fuerte y la semilla es mejor sembrarla en ella.
Me contaron las malas lenguas que te vieron en la cancha de Rosario Central, como ayudante de campo de un técnico primerizo y que en los entrenamientos entre masajes y pizarrones de tácticas y estrategia, les contabas a los párvulos debutantes, historias de artilleros de décadas pasadas como si fueran relatos medievales, ¡sos un maestro! También me dijo un amigo que jugó de “10” en primera división, que sos el “9” de área ideal para hacer espacio y recibir la pelota. Hasta es muy probable que les relates a esos pelandrunes que tenes a cargo, aquel cuento del monstruo, que me causaba tanta gracia.
Zapo Aguilera 2009.