"Belleza"

sábado, 22 de enero de 2011

"El nene Manccini"

El hospital estaba tranquilo, de pronto los postigos de Los ventanales estallaron contra la pared, debido al fuerte viento. Era una típica tormenta de verano, un lunes a las diez de la noche. La enfermera depositó al bebe sobre una mesada de mármol de la habitación y corrió a cerrar las ventanas, la lluvia salpicó su cara, los papeles y algunos utensilios de trabajo cayeron al piso en el revuelo. El bebe no lloró, estaba solo, se atraganto con su angustia, hasta que la enfermera volvió y lo alzó en brazos.
Las hermanas, caminaban impacientes por los viejos pasillos del hospital. Se preguntaban sin decirlo, como cambiaría la vida para ellas a partir de ese momento. Tendrían que hacerse cargo de un niño en la flor de la adolescencia, juegos, novios, paseos, todo debería esperar debido a esta instancia poco feliz para ellas.
La enfermera acercó el bebe a la madre convaleciente, hubo de hacer un gran esfuerzo para poder tomarlo en brazos y acariciar su tierna cabecita, un gesto que no volvería a repetirse hasta muchos tiempo después. El bebe seguía sin entender lo que sucedía a su alrededor, la sensación era de soledad. todo era nuevo, los fuertes olores a lavandina, a amoniaco, los sonidos agresivos de los instrumentos hospitalarios, que le causaban una incertidumbre insoportable. El recuerdo del anterior lugar, del agua fresca y mansa, de un silencio sagrado, prístino, le invadía y se entremezclaba con esta sensación de desamparo.
El padre estacionó el camión a la vuelta del hospital, con su ropa de trabajo y a paso veloz se dirigió a la guardia, preguntó por la paciente Mabel Mancini y luego se encaminó hasta la habitación del tercer piso, donde estaba la nurserie. 
Le señalaron la incubadora de su hijo y a través del vidrio observó a un bebe quieto y silencioso, con algunas dificultades respiratorias, Secuelas del frío de la mesada. La culpa de no haber estado durante el parto, hizo que los pasos hasta donde estaba su esposa fueran cansinos. Cuando llegó, ella estaba dormida, tomo una silla y se sentó al lado de su cama. Con casi cuarenta años, el cuerpo de la mamá acusó recibo por el embarazo, pero el niño nunca se enteró de los detalles de esta circunstancia. Como era costumbre de la época y por consiguiente en la familia, estos sucesos se mantenían en el mas absoluto secreto.
No fue amamantado como los demás bebes, le daban leche condensada y un te de hierbas, "del pollo". Dicen las viejas que las consecuencias de esta imposibilidad, son devastadoras en el desarrollo de la personalidad, nadie lo sabe con certeza pero este fue un motivo mas para alimentar en la imaginación del "nene" Manccini, esa perenne sensación de que la familia no estaba interesada en su llegada al mundo.
Creció con temor y resentimiento, no jugaba con los otros niños, transcurría el tiempo pensando y tomando notas en un viejo cuaderno. Su cuerpo era debil pero su mente equilibraba las fuerzas. Con el correr de los años, notó cierta ascendencia sobre la conducta de los demás chicos, allí vislumbro su oportunidad y la tomó. Al principio mandaba a sacarle las golosinas a sus compañeros de grado, luego el dinero de las apuestas en los campeonatos interbarriales de fútbol. Para esa época tenia bien aceitada una pandilla de obedientes perdedores. Se justificaba diciendo que tomaba lo que a algunos le sobraba y se lo daba al que le faltaba, soy el espíritu reencarnado de Robin Hood, solía decir con una sonrisa compradora.
Paralelamente muy dentro suyo, crecía un impulso desconocido por aprender, por adquirir conocimiento. Y aunque gran parte del dinero que recaudaba, lo invertía en armas, también era un gran lector; política, Historia, Filosofía, Psicología, Astronomía, novelas policiales Francesas y como libro de cabecera, acuñaba un tomo de poesía de Ezra Poud, le fascinaba. Devoraba los textos como buscando respuestas para su curiosa alma.
En ocasiones la vida pone a nuestro alcance, opciones camufladas en forma de crisis o pequeños milagros, a lo que uno debe estar atento, de lo contrario esas señales pasan inadvertidas. Para el "nene" una de ellas fue haber conocido a Adrian Bonifacio, un rockero de carácter fuerte, renegado y tierno a la vez. Cierta tarde cruzando la plaza Buratovich, escucho una musica que salia de una vieja casona. Era la banda de Bonifacio que ensayaba algunos días de la semana y de la cual era el compositor y cantante. El "nene" Manccini se detuvo a observar a través de la ventana que daba a la calle, allí conoció a Adrian, lo espero y luego del ensayo se sentaron a conversar en un banco de la plaza, ese fue el origen de una gran amistad. Algo sucedió en ese momento, fue como si comenzara a ver el mundo a través de los ojos de su nuevo y único amigo. Una perspectiva renovadora lo atravesó, tal vez la música lo pondría en un camino diferente. De a poco fue alejandose de su pandilla y dedicaba buena parte del día a escribir poesía. Bonifacio le comento que era muy bueno en eso que debía perseverar, hasta le puso música a una de ellas, "El niño sin memoria". 
En el mes de Enero, pleno verano por estas latitudes, desembarco en la ciudad de Rosario el circo de Moscú. Los empresarios contrataron a la banda de Bonifacio para tocar durante el espectáculo y por supuesto el "nene" paso a integrar el grupo haciendose cargo de la contratación. Muy pronto haría buenas relaciones con los integrantes del circo, en particular con el genero femenino intercambiando cigarrillos, vodka, besos y alguna que otra pepa. El hecho es que estuvo asistiendo a las funciones durante todo un mes hasta que se enamoro de una de las chicas de la troup, Natasha, una hermosa rusa, rubia, muy alta, con un cuerpo que hacia delirar a todos los hombres que trabajaban allí. A fuerza de perseverancia consiguió la atención de la rusita. Se veían a escondidas, puesto que los supervisores del circo, que parecían de la KGB no permitían el contacto con extraños, eran muy estrictos. Pero como se sabe, el amor es inmune a cualquier regla, es como el agua, horada lo que se pone delante. 
Unos Dias antes de que partiera el circo, quedo una vacante Como reflectorista, había que subirse al palo mayor de la carpa e iluminar con un potente reflector, a la bella rusa mientras hacia piruetas sobre un caballo blanco. El "nene" tomo el puesto sin dudarlo y luego partió con el circo y la rusa dejando atrás un pasado errático. 
Antes de partir, se cargó un par de parapoliciales y al capellán de la comisaría, que en la época de la dictadura militar, habían secuestrado, torturado y desaparecido a algunos de sus amigos del barrio que militaban en política. La justicia es lenta se lo escuchaba decir.
Nadie supo mas nada sobre su paradero, ni siquiera su gran amigo Bonifacio, aunque le dejo en una cartulina celeste, una ultima poesía. La noche que partió, se desato una terrible tormenta de verano.
                                                           Zapo Aguilera.-2011.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Matienzo

Aflojar los tapones eléctricos, pretendía ser un acto de justicia. Pero esa noche el petiso Manrique se había excedido con el vino.
Con Cristian nos quedamos en la esquina del club, disimulando nuestra huida, la bicicleta lista por si acaso. De la oscuridad, se acercó el pequeño cuerpo y nos increpo sin sutilezas. Su aliento nos interrogo pero su propósito estaba decidido de antemano. ?Quien fue el gracioso? La agresión no se hizo esperar y la hinchazón en mi cara tampoco.

Viernes a última hora, " llevate estas campanas de freno a rectificar que son de un cliente de los buenos" Disimulé mi cara de traste y partí en la bicicleta. Los fines de semana la rectificadora no abría, en consecuencia había una aglomeración de gente.
Suspire, encogí los hombros y soporté la espera. Luego de cuarenta minutos me entregaron los frenos. Volvía con una mezcla de sentimientos, bronca, alivio, ansiedad.
Entonces, apareció iluminada en la puerta de la iglesia como un ángel. Mi cabeza dio un giro hipnótico. El tiempo transcurrió en cámara lenta y alcance a balbucear! hermosa! El golpe, en el paragolpes del auto estacionado fue certero. Volaron las campanas y hubo un estruendo. Había oscurecido, sin embargo se podía ver mi cara sonrojada de vergüenza. Recogí los repuestos y mi dolorido cuerpo desapareció como un fantasma.

Espero que tus días sean menos lánguidos. Solo necesito que el agua baje y seque el barro que invade hasta en el ánimo.
Estos días añoro la felicidad que está por llegar, es un pensamiento tan fuerte que ya siento la dicha. Mi madre grita desde la cocina que no me moje los pies, que me puede dar bronquitis. Yo observo al "gallinita" que vive en la Villa frente a casa, cruzar por el agua descalzo. Parado en la vereda con mis botas de goma y mi gorro de lluvia, lo miro, me mira, y en silencio se aleja.

La quinta de los Luciani era el rincón de los sueños. El hecho de estar deshabitada le daba cierto misterio. Nos colábamos por los agujeros del alambrado. Una vez adentro era nuestro paraíso. Plantas salvajes, arboles, cañas de bambú, la hierba que lo invadía todo y cientos de pájaros que cantaban como una sinfónica. Eran momentos de paz, de juegos, de explorar nuestro carácter, un presente fugaz. Los únicos silencios, eran los de nuestra conciencia juvenil. Mi mejor anécdota, se refiere a una gomera que construí con la rama de un árbol. La que jamás descolgué de mi cuello.

!Jóse! traeme un kilo de papas, medio de cebolla y un cuarto de zanahoria. ¡Y ahí salía yo! con la bolsa de los mandados, refunfuñando. Aparentemente esta sería otra mañana aburrida, No fue así. Cuando volvía a casa me cruce con unas señoras de guardapolvo blanco. Eran del ministerio de salud pública. Estaban vacunando gratuitamente a todas las personas del vecindario. No fui la excepción y sin oponer resistencia, entregue mi brazo a la ciencia. Al llegar a casa y sin mediar palabra, coloque le bolsa sobre la mesa de la cocina y caí desvanecido. El pánico había demorado su efecto. Mi orgullo evito el ridículo público.

Zapo Aguilera -2010.

jueves, 12 de agosto de 2010

"Z"

Te quiero sin la razòn
Como un perro
Por el olor y el instinto
No juzgues, mi corazòn sabe
Entre enaguas y perfumes
Recorro territorios sin anhelo
Marcho entre belleza ordinaria
Despierto atònito sobre tu espalda
Hasta que te descubro
Bebo de tu jugo, infierno gèlido
Dios me ofrece tu candor
Y el cielo es fuego.

jueves, 22 de julio de 2010

Gota de Ángel

Ángel de gotas que impregnas el deseo
Palabras que navegan por las venas
Imagino tu piel de aroma a tibio pan casero
Misterio de espejos y pies alados
Clama mi sangre sin verte
Cuestiona mi corazón la quietud
Bebo de tu ingenua y provocadora extrañeza
Me pervierte el ocaso si no estás visible
Enumero mis suspiros sin rumbo
Te indagan mis ojitos en la incertidumbre
El filo de la noche agita el dolor
Y aquellas húmedas caricias esperan…
Zapo Aguilera.-2010.

miércoles, 21 de julio de 2010

Amores Corridos

Te pienso tanto que
Me olvidè de ti
Entonces vino en mi rescate
tu sonrisa
Y mis ojos brillaron serenos
Como el amanecer.

Zapo aguilera.

EL GRAN CACIQUE RANQUEL "ARBOLITO"

Como todo cobarde y traidor, sentado en su sillón de Rivadavia mandó llamar al más vil de sus mercenario; "Rauch". La orden fue precisa, aniquilar a esas bestias y arrebatarles la tierra. ¿Le suena? Una media sonrisa de perversa satisfacción, esbozó el milico. Luego partió a cumplir su tarea con feroz precisión, masacrando cuanto pacífico aborigen se le cruzara delante de su artero facón. Ancianos, mujeres, niños; todos supieron de su bravía obsecuencia por satisfacer a su patrón. Las consecuencias fueron nefastas, miles y miles de nativos dueños de la tierra y de su dignidad, murieron asesinados sin piedad. Unos pocos se quedaron con sus tierras, los" Luro", Los "Martínez de Hoz"; esclavizando a los sobrevivientes. Pero el día llegó. Y el cacique Ranquel "Arbolito" impartió justicia, haciéndole saborear el filo de su facón a ese tal "Rauch".
Zapo Aguilera.-2010.

jueves, 29 de abril de 2010

"VERANO"

Inmediatéz de nuevos anhelos, letanía de besos, ojos que no brillan,
Un corazón otro amor, extraña ternura agobia tu candor.
Ya no veo esos techos marginales, el horizonte se invade de peajes.
Caen gotas rotas, nuevos soles, embriagado por el dulce misterio que deviene inexorablemente.
Camino, fulgor en la palabra, liviana argucia, ciudad perdida sumergida en la comodidad.
Algunos crepúsculos son muy tristes, la prístina mueca de tus pechos, me hundió en la felicidad.
La pena se hizo olvido con el tiempo, efímeros dias tatuaron alegrias.
Otra espalda traerá delicias.
Zapo Aguilera. 2010.

martes, 6 de abril de 2010

EN MI ISLA HAY LUGAR (dedicado a Adrian Abonizio)

Pensar que ese cuento tuyo no era de humor. A mi me maravilló esa capacidad que tenias de presentar un personaje literario cuyo aspecto monstruoso y su conducta me generaban ternura y simpatía. Quizás porque me veía mas deforme que el protagonista de tu cuento y por la misma razón el chofer del ómnibus 218 a la una de la madrugada, algunas veces no se detenía ante mi presencia en la parada, ahora lo entiendo!
Nos conocimos en aquellas tardes de ensayos de tu grupo de rock frente a la plaza Buratovich, al principio miraba desde la ventana que daba a la calle, hasta que me pediste un favor, comprarte cigarrillos en el kiosco de la esquina de Mendoza y Caferata. Ese fue el comienzo de mi recorrido por el mundo de la música y de una gran amistad que construimos a fuerza de carácter y grandes diferencias. Andábamos por diferentes caminos, pero cuando nos cruzábamos era intenso. Nos fugámos algunas tardes en el Citroën 2CV de tu viejo, aunque el coche mostraba su descontento abriendo y batiendo sus puertas ante cada giro en las esquinas. Eras el tipo duro, el que se imponía, el que retaceaba su lado más vulnerable, ese que yo me empecinaba en invadir y que vos guardabas bajo siete llaves. Con el tiempo comprendí que no podía ser de otra manera, porque nacemos diferentes aunque la constitución pretenda que no y vos factiblemente lo sabías.
La frutera  de vidrio verde oscuro con la parte superior en forma de ondas, que descansaba sobre la mesa del comedor, te resultó irresistible, en particular su contenido que devoraste como un salvaje. Solo consiguío detener tu gula un travieso carozo, el que aquella tarde de verano nos dio un gran susto, hasta que tus dedos dentro de la garganta provocaron las arcadas que pusieron fin a esa horrida situación. La guitarra Faim de color negro modelo Les Paul, se negaba a reproducir tu virtuosismo cuando la desafiabas con algún solo rabioso en los ensayos. Tus canciones no pasaron inadvertidas, movilizaron hasta los más escépticos oyentes, como sucedió con aquella hermosa composición de tu autoría, que hizo famoso a ese otro intérprete, de cabello largo, rubio y más petitero que vos. Pero esta jugada del destino no hizo mella en tu actitud, despotricabas del éxito y de la fama, porque nunca fuiste un vendedor de humo, lo tuyo es simple, transparente, el que no lo ve es porque nació de un repollo.
El tiempo impuso olvido, críticas y distancia, pero la perspectiva de los años hizo pie en el afecto, en el respeto mutuo y reparó puentes de juventud. Ahora me veo tratando de copiar tu estilo literario, tu manera incisiva de observar las cosas de la vida y transformarla en poesía, un esfuerzo en vano.
Hiciste un vuelo rasante por la Capital, pero la patria chica tira fuerte y la semilla es mejor sembrarla en ella.
Me contaron las malas lenguas que te vieron en la cancha de Rosario Central, como ayudante de campo de un técnico primerizo y que en los entrenamientos entre masajes y pizarrones de tácticas y estrategia, les contabas a los párvulos debutantes, historias de artilleros de décadas pasadas como si fueran relatos medievales, ¡sos un maestro! También me dijo un amigo que jugó de “10” en primera división, que sos el “9” de área ideal para hacer espacio y recibir la pelota. Hasta es muy probable que les relates a esos pelandrunes que tenes a cargo, aquel cuento del monstruo, que me causaba tanta gracia.
Zapo Aguilera 2009.